El martes 21 de febrero en horas de la tarde se desarrolló en el Instituto Pensar el primer conversatorio del año alrededor del tema “Buenaventura: entre órdenes sociales violentos y repertorios de resistencia”, como el inicio de una red de conversatorios que se tendrán a lo largo del semestre.
Con la presencia de Wooldy Edson Louidor (investigador del instituto y profesor titular del semillero), Jefferson Jaramillo (profesor del departamento de sociología de la Universidad Javeriana y director del Doctorado en Ciencias Sociales de la misma), y Érika Parrado (politóloga e historiadora javeriana, investigadora del CINEP), se realizó una presentación sobre el proyecto que desde hace un año vienen trabajando alrededor de distintas iniciativas de resistencia en Buenaventura, sus significados culturales, y sobre todo, sus resonancias políticas.
El conversatorio comenzó con una contextualización de los objetivos del estudio y del trasfondo investigativo del mismo, así como también sobre el territorio bonaverense. Cabe resaltar que el trabajo hecho, y por hacer, entra también dentro de un contexto de posacuerdo, esto sobre todo al entender que una vez se considere el país en “paz” se espera la llegada aún más fuerte del desarrollo económico por el Pacífico.
Así pues, entrados en materia frente a la realidad de Buenaventura, se entiende que siempre será una situación que girará en torno al puerto como factor económico y sociopolítico territorializante que determina muchos de los fenómenos que acontecen, bien sea en términos de violencia o de resistencia. Y es precisamente esta dualidad la que se pretende abordar en la investigación conjunta presentada. Ahondar en las razones que permitieron la existencia de un paralelo, por momentos paradójico, entre dos dinámicas. Por un lado, unas fuertes “geografías del terror” que azotan a la población. Y por el otro, unos procesos de resistencia que dejan ver el crecimiento del movimiento social local con el fin de teritorializar la vida por encima de las adversidades que el contexto mismo presenta en términos políticos, económicos o violentos. Toda una correlación que se justifica a su vez desde cifras que muestran la manera en la que extrañamente en las épocas en que la violencia golpeó más duro a la población, son justamente los momentos en los cuales se evidencia más emergencia de iniciativas de resistencia comunitaria.
Con estas iniciativas nos referimos a todo tipo de organizaciones sociales comunitarias y locales que en su gran mayoría desde el arte buscan poner en marcha procesos resistentes a presiones externas y que permitan a la población responder culturalmente con proyectos alternativos. Desde la poesía, la danza, la música, la artesanía, entre otros, la misma población se organiza para agenciar su propia realidad, para territorializar sus propias vivencias, para construir nuevos imaginarios, para re-arraigarse dentro de un territorio contextualmente complicado y unas trayectorias de vida históricamente violentadas.
Es por eso que la investigación se propone realizar una cartografía de dichas iniciativas (en su mayoría urbanas, y con apoyo también de estudios hechos por el Centro Nacional de Memoria Histórica). Sin embargo más allá de una base de datos de las mismas, se espera hacer una profundización cualitativa en la que las expresiones de resistencia de aborden desde un enfoque de “otras textualidades”, de nuevas narrativas, que permitan dar cuenta la resistencia hecha desde distintas gramáticas, un proceso de re-territorialización y de construcción de nuevos imaginarios. Es la lectura del arte como texto no-monolítico de expresión humana resistente.
Esto se justifica a su vez por un contexto en el cual se presentan dos realidades complejas que problematizan los esfuerzos comunitarios. La primera de ellas es la existencia misma del puerto y sus implicaciones sociales. Más allá de verse como la puerta económica al Pacífico, el puerto ha concentrado la atención y el significado de Buenaventura como realidad sociopolítica igual de compleja. Es por eso que, incluso dicho por el mismo CNMH y retomado en el proyecto, se tiende a ver a Buenaventura como un puerto sin comunidad; como una población negada e invisibilizada detrás de un imaginario infraestructural y económico. Aspecto acrecentado con la esperada avanzada desarrollista posacuerdo. Y en segundo lugar, la existencia y acoso constante por parte de grupos armados ilegales (GAI), los cuales traen consigo las violencias que afectan desde todos los ámbitos a la población bonaverense. Todo un aspecto de investigación que lleva inevitablemente a reconocer la complicidad e indiferencia dentro del papel que juega el Estado, bien sea para la instrumentalización de la violencia directa, o para su simple ausencia institucional en el ámbito social y económico.
De esta manera se entiende que hay factores contextuales que aparentemente parecen buscar una “desaparición de la comunidad”, lo cual permite a su vez entender parcialmente la manera y las razones por las cuales dicha situación conlleva a la creación de iniciativas de resistencia. Estas aquí entendidas desde dos categorías, unas resistencias imaginarias (lo simbólico, artístico y cultural), complementadas con resistencias corporales (un esfuerzo mucho más visceral y somático). Esto involucra a lo imaginario como objeto y terreno de lucha, al mismo tiempo que se entiende al cuerpo como espacio primario de resistencia, de desarraigo y de manifestación política. Una combinación cultural-corporal-política que a los ojos de la investigación no es más que una “fiesta del imaginario”, donde la memoria y el arte se entretejen para configurar nuevos controles del territorio y nuevas dinámicas de re-arraigo, que a la final permitan sobreponer nuevas “geografías del imaginario” ante las ya nombradas “geografías del terror”. No obstante, es una investigación que deberá lidiar con fracturas, fronteras y silencios. Una serie de discontinuidades temporales, barreras político-conceptuales y ausencias narrativas que dificultan el trabajo, pero que al dan cuenta de lo crucial del mismo.
Esto dio pie entonces a una serie de reflexiones alrededor de los trasfondos que la investigación toca. Inicialmente el carácter transformador y sanador de la – construcción de – memoria como escenario también de lucha política. Aspecto que se conecta a su vez con una realidad innegable de desarraigo alrededor de la forma cómo se ha construido el imaginario del puerto: una comunidad desalojada del puerto, y un puerto alejado de la comunidad; un quiebre a doble vía de no-pertenencia. Es ponerse ante una situación que amerita salir de categoría planas, que merece darle relieve y vida a un proceso conflictivo pero esperanzante en su misma naturaleza artístico-resistente.
Se debe ahondar en la memoria y en los procesos históricos, pero se debe evitar caer en esencialismos frente a una añoranza afro desarraigada, para dar igual cabida a los nuevos modos de resistencia y de creación cultural mucho más contextualizados, que beben de hechos pasados, pero que construyen experiencialmente desde sus nuevas realidades e imaginarios.
Por último, la reflexión se tornó hacia el terreno de lo político. De cómo la investigación misma da un alcance más grande a lo político una vez se lo entiende como algo que se puede realizar textualmente desde el cuerpo y el arte. Esto lleva entonces a que se vea lo artístico no como un mero ejercicio estético e inocuo de la belleza por la belleza, sino como un medio para. Una expresión funcional a lo que se sueña y por lo que se lucha; de mantenimiento de la comunidad. Y de esta manera poder ver lo político de lo artístico, poniéndolo en contexto, y vinculando la textualidad política con la estética. Estamos entonces ante la política por otros medios y con otras voces.
Julián Muñoz Londoño.
Estudiante (9no semestre) de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales.
Pontificia Universidad Javeriana.
Coordinador Semillero Desarraigo y Justicia Social.