El 24 de abril, en las instalaciones de la Pontificia Universidad Javeriana, tuvimos la oportunidad de organizar como semillero el conversatorio “Migraciones y racialización de la desigualdad social en el capitalismo global: El caso de los EEUU”. Nuestro 4to conversatorio del año tuvo la fortuna de contar con el profesor Alejandro Canales, economista por la Universidad de Chile, y Maestro en Demografía y Doctor en Ciencias Sociales por El Colegio de México Desde 1998 es Profesor-Investigador en el Departamento de Estudios Regionales de la Universidad de Guadalajara. Ha impartido diversos cursos y seminarios en postgrados en México y América Latina, sobre temas de Población y Desarrollo. Su área de especialización es el estudio de la Migración Internacional, tema en el cual ha dirigido diversos proyectos de investigación en la Universidad de Guadalajara. Actualmente dirige el proyecto “Migración Internacional en tiempos de crisis. Impactos de la crisis actual en la migración México-estados Unidos”.
El tema que nos reunió el pasado lunes giraba en torno al entendimiento de las migraciones – sus causas y sus consecuencias –, en un contexto globalizado y capitalista, de una manera amplia y sistémica; en este caso a partir de tres ejes estructurales: lo económico, lo social y lo demográfico.
Para entender las migraciones en el contexto actual, desde el ámbito económico-laboral, es necesario, en primer lugar, cuestionar la idea simple del mercado del trabajo como un entramado de relaciones de oferta y demanda. Pues así, podremos comprender que en dicho mercado no sólo interactúan dos agentes, por el contrario, se forjan relaciones de poder que logran influir tanto a múltiples agentes en su interior como fuera de él.
Es un campo de disputa donde entra en conflicto la forma desigual en la que se distribuye las riquezas de un país y del mundo en general. Es tal su influencia, que todos, por pequeños y ajenos que parezcamos, tenemos un lugar determinado en dicho sistema. Que para el caso de los migrantes latinos, es el espacio donde se legitiman procesos de desigualdad estructural y racialización.
Lo que quiere decir que, se sitúan personas y familias en ciertas posiciones laborales estratégicas, por su condición de migrantes y de latinos, lo cual perpetúa la desigualdad y los argumentos de raza para la forma inequitativa de repartir riquezas, acceso al capital y ascenso social y laboral.
¿Cuándo inicia? Desde siempre los migrantes de alrededor del mundo han tenido en Estados Unidos un lugar específico que promueve el flujo de mano de obra barata, sin embargo, es en los años 80´s que se construye la categoría de latinos como discriminatoria y de desigualdad y que ingresa al mundo laboral de igual manera. Lo anterior se da por dos razones principalmente; primero, la cuestión demográfica que nos evidencia un envejecimiento de la población nativa y segundo, las profundas transformaciones económicas y productivas que ha sufrido el país, derivadas de la globalización.
En otras palabras, si la población envejece necesita de mano de obra joven y productiva, lo cual hace a Estados Unidos, interdependiente de la migración laboral. Y, por otro lado, debe dicha migración responder a las necesidades actuales de la economía norteamericana dedicada, para los nativos a la gerencia de grandes empresas y para los migrantes la prestación de servicios, especialmente el cuidado de otros, promoviendo así la polarización de oficios y de riquezas.
Ahora bien ¿por qué dichas condiciones precarias y vulnerabilidad del migrante se comienzan a evidenciar en el ámbito laboral? La razón principalmente es que, si el latino pretende trabajar, es ahí, donde el sistema de mercado necesita que se efectúan las relaciones de asimetría para sus agentes involucrados. Por lo tanto, deben presentarse ciertas condiciones sociales, económicas, políticas, culturales y sobre todo demográficas que permitiera lo anterior. Las cuales son principalmente que para 1980 Estados Unidos contaba con el 80% de su población nativa menor de 30 años. Hoy en el 2016 su grueso de la población está entre los 50 y 60 años, es decir, la misma cantidad de viejos no es la misma que de jóvenes.
Lo anterior nace desde el momento en que los jóvenes de los años 70’s y 80’s deciden no tener hijos, concuerda con un cambio de concepción sobre la mujer, como progenitora únicamente. La mujer cuestiona si su realización como ser social es sólo a través de sus hijos y ¿qué pasa con el ocio, el mundo académico y los otros sueños de realización propia lejos del hogar? La mujer es más que madre, es en primer momento mujer política, social, económica, laboral y cultural.
Por lo tanto, si pasados 20 a 30 años, dichos hombres y mujeres no tuvieron hijos, no hay quien sostenga la pirámide económica y por lo tanto la demanda de mano de obra joven es mayor. Ya que el déficit acumulado de trabajadores estaba alrededor de los 18.9 millones, donde los nativos cubrían el 31%, los latinos el 36% y otros migrantes el 33%. Lo que quiere decir, que las dos terceras partes del sostén de la economía estadounidense la conforman los latinos. Que, en términos de riqueza, da la consecuencia, de que el 58% de las riquezas de una de las naciones más poderosas del mundo las aporten las minorías étnicas y sólo el 42% los nativos.
Sumado, todo lo anterior, a que Estados Unidos deje de ser un país industrial, manufacturero para convertirse en prestador de servicios sociales y de empresas. Brinda profesionales y mentes brillantes a otras empresas y produce manufactura en sus redes distribuidas, estratégicamente por la mano de obra barata, alrededor del mundo. En este punto, la globalización lo que permite es que también se globalicen las estructuras de clase, que la polarización de oficios de Estados Unidos, se reproduzca en los demás países donde él posee presencia con sus empresas.
Lo anterior, puede dar la impresión de que la causante del desempleo manufacturero en Estados Unidos haya sido la aparición de las máquinas, sin embargo, aunque se reconoce que la tecnología si desplaza mano de obra, lo que en realidad ha causado este vació han sido la reubicación de las fábricas. Para mayor comprensión Estados Unidos perdió territorialmente su industria textil pero no la posición privilegiada de sus marcas más reconocidas.
Lo cual nos lleva a la polarización de la economía norteamericana, lo que significa que crecen las actividades laborales hacia los extremos y disminuya significativamente en los centros, es decir, aumenten quienes direccionan y son profesionales junto con los prestadores de servicios y carezcan, porque no nos los necesitan, los empleados de producción. Sin embargo, no significa que los migrantes latinos, aumenten sus riquezas por su acceso al trabajo, pues aun en un sector tan amplio como el de los servicios se les sigue pagando radicalmente desigual a lo realizado en sus oficios.
En conclusión, el cambio demográfico no implica un cambio en el mercado laboral. No es directamente proporcional a la movilidad social, por el contrario, perpetua y promueve la polarización y racialización de oficios y lugares específicos de cada uno de sus agentes. Los latinos se polarizan hacia abajo, lo cual tiene como consecuencia la discriminación laboral y la inequidad salarial. No solo el peor trabajo, sino que se les paga mucho menos de lo que producen impidiendo el ascenso social.
Moly López & Julián Muñoz Londoño
Estudiantes de sociología y ciencia política de la Pontificia Universidad Javeriana.
Miembros activos del Semillero de Desarraigo.