La bienaventuranza de los desarraigados no se debe al hecho de haber sido arrancados de sus raíces. Su bienaventuranza brota del hecho de haber convertido su dolor en canto, de haber transmutado el grito ahogado de su pena en poesía, de haber hecho el milagro de cambiar el no ser en ser, la amnesia en memoria, el no lugar en hogar, y la muerte en vida nueva. Bienaventurados son los desarraigados : geógrafos de la esperanza, caminantes de la memoria, exploradores de la nueva vida, pintores de nuevos horizontes,  constructores de puentes,  destructores de fronteras.

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